Seguridad y organización en obras en climas fríos

Uno de los pilares fundamentales para una operación segura es la protección personal adecuada. Los equipos de protección individual (EPIs) deben ser diseñados específicamente para climas fríos: ropa térmica por capas, guantes impermeables, gorros y cascos con aislamiento, lentes antivaho, y botas con buena aislación y suela antideslizante. En ambientes nevados o congelados, el riesgo de caídas aumenta considerablemente, por lo que es clave contar con calzado adecuado y superficies de trabajo despejadas y antideslizantes.

Además del equipamiento, se deben establecer rutinas de pausas térmicas regulares, donde los trabajadores puedan entrar en espacios calefaccionados, hidratarse y reponerse del frío. La exposición prolongada a temperaturas bajo cero sin descansos adecuados puede derivar en casos de hipotermia o congelamiento, con consecuencias graves para la salud. También es importante capacitar al personal para reconocer los primeros síntomas de estas afecciones y actuar de inmediato.

La organización de la obra debe ajustarse a las condiciones del clima. Se recomienda programar las tareas más exigentes físicamente durante las horas más cálidas del día y evitar trabajos prolongados al aire libre en jornadas con temperaturas extremas o tormentas. Asimismo, las jornadas laborales suelen ser más cortas debido a la menor cantidad de horas de luz natural, por lo que es esencial priorizar las actividades críticas y disponer de buena iluminación artificial en zonas clave.

En cuanto a la maquinaria, el frío extremo puede afectar su funcionamiento. Por eso, se deben realizar mantenimientos preventivos con mayor frecuencia, utilizar combustibles y lubricantes diseñados para bajas temperaturas, y proteger las máquinas durante la noche para evitar congelamientos. También es habitual calentar motores antes de iniciar la jornada, lo que requiere una planificación del tiempo y los recursos.

En términos de logística, los accesos a la obra deben mantenerse siempre despejados de nieve o hielo. Esto implica una rutina constante de limpieza, el uso de sal o arena para evitar deslizamientos, y la instalación de señalización clara en las zonas de tránsito vehicular y peatonal. En obras en altura, se deben extremar los controles y asegurar que los sistemas de sujeción no estén afectados por la congelación o la humedad.

Finalmente, el éxito de una construcción en clima frío depende en gran medida de la conciencia colectiva de prevención. Fomentar una cultura de cuidado, donde cada integrante del equipo conozca los riesgos, las medidas preventivas y los protocolos de emergencia, es fundamental para minimizar accidentes y asegurar un entorno de trabajo eficiente y saludable.

 

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